Las monas de Pascua
Estamos en temporada de monas, monas de Pascua. Hablando de dulces, muchos asocian la palabra Pascua a los huevos de chocolate o a las figuritas de este dulce que adornan muchas de las pastelerías en estas fechas. Sin embargo, quiero hablaros de las monas de Pascua más tradicionales.
A los dulces les ocurre a menudo como a las frutas: tienen su temporada propia. Éste es el caso de las monas de Pascua, que relacionamos en primer lugar con la Semana Santa y luego con Cataluña, Valencia y Murcia. La temporada de las monas es, efectivamente, el periodo pascual, desde el Domingo de Ramos al Lunes de Pascua. Su forma es muy peculiar, casi insólita: se trata de un roscón de pan dulce en cuyo centro hay un huevo cocido; también hay monas en las que se utilizan huevos de chocolate y otras en las que éstos no ocupan el centro de la mona sino que se distribuyen a lo largo del brazo del roscón.
El uso de los huevos cocidos parece deberse al precepto religioso de no comer carne desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo. La necesidad de fuentes de proteína en la dieta durante esta vigilia de cuarenta días la satisfacían los católicos con huevos como alimento sustitutivo. Pero hay muchas variedades de mona, casi tantas como pueblos, y, curiosamente, algunas monas de Pascua valencianas no llevan huevos incorporados ni ralladura de piel de naranja.
Las monas se preparan con ingredientes clásicos de la repostería: harina de fuerza (que da más consistencia a los horneados por poseer más gluten que la harina normal), huevos, leche, agua tibia, azúcar, piel de naranja, levadura fresca, aceite de oliva y una pizca de sal. Si se colorean los huevos, algo también frecuente, a estos ingredientes hay que añadir el colorante alimentario.
Las monas son un dulce que se comparte: tradicionalmente se comen en compañía de familiares y amigos cuando, en la zona del Levante, llegan las temperaturas más cálidas de la primavera y se sale al campo para pasar el día. Una ventaja sobre otros dulces es que se conservan tiernas durante más tiempo. Además, los aficionados a la repostería coinciden en destacar que es un bollo que encanta a los niños, que pueden mojarlo en chocolate, rifarse los huevos o incluso hacerlos estallar en la cabeza de otros… ¡en señal de amistad!
Finalmente hay que añadir una renovación: la incorporación de huevos de chocolate a las monas de Pascua trajo consigo otros elementos decorativos como pequeñas figuras, personajes de cuentos, animales, balones, casitas, etc., todo ello elaborado también con chocolate, como los famosos huevos que hoy nos parecen americanos pero se deben a remotas tradiciones centroeuropeas. Esta es la razón por la cual en los escaparates de muchas pastelerías se combinan actualmente las monas de masa horneada con estas últimas, cubiertas de chocolate negro, chocolate con leche o chocolate blanco y decoradas con huevos y figuras. En algunas de sus variedades estas monas modernas se han convertido incluso en pequeñas esculturas hechas enteramente de chocolate.